martes, 23 de octubre de 2012

Hormonas en el pollo, ¿mito o realidad?


Photo by: woodleywonderworks
El pollo es un alimento barato y saludable que está muy presente en nuestra dieta, aunque a muchos nos preocupe la posible utilización de hormonas para que las aves engorden más y en un período de tiempo más corto.

Creo que todos hemos oído alguna vez esa leyenda urbana de un niño que comía demasiado pollo y le crecieron los pechos. Pues  no tenemos que preocuparnos, porque, aunque esta leyenda está basada en un caso real que se produjo en Europa en los años 50 cuando se probó a inyectar estrógenos a los pollos macho para que engordasen más rápido y su carne fuese más tierna (las hembras sólo se utilizaban para la puesta de huevos), hoy en día, el uso de cualquier tipo hormonas está totalmente prohibido y, además, no sería económicamente eficiente para la industria avícola.

El hecho de que en la actualidad los pollos engorden más y de forma más rápida es consecuencia de las mejoras genéticas, de alimentación y sanitarias que la industria ha ido introduciendo. Así como antes las hembras se utilizaban exclusivamente para la puesta de huevos y los machos para el consumo, hoy en día se han creado híbridos mediante el cruce de dos razas puras con el fin de obtener una mejor, con mayor posibilidad de crecimiento, pechuga más grande, etc. Así nace lo que ahora conocemos como pollo de engorde, cuyo crecimiento es más rápido, independientemente de que sea macho o hembra.

lunes, 1 de octubre de 2012

¿Leche fresca o UHT?

En España, en torno al 95% de la población consume leche UHT. De hecho, hasta hace pocos años, era prácticamente imposible encontrar leche fresca en los supermercados españoles.  Sin embargo, ahora casi todos los supermercados grandes tienen una o varias marcas de leche fresca, y parece que la demanda de este tipo de leche está creciendo.

photo by Joe Shlabotnik
Yo llevo meses comprando leche fresca porque, además de que su sabor es bastante mejor que el de la leche UHT, mi intuición me decía que tenía que ser más saludable. Lo cierto es que es bastante más cara que la UHT,  y llevo tiempo preguntándome si realmente merece la pena seguir comprándola.

Las diferencias entre ambos tipos de leche vienen determinadas por el proceso empleado para su higienización:

Leche fresca
  • La leche fresca se somete a un proceso de pasteurización que  consiste en calentar la leche a 70-75°C durante 15 segundos, inactivando o eliminando así los microrganismos potencialmente peligrosos de la leche, aunque preservando la mayoría de sus propiedades nutricionales.
  • Este tipo de leche debe mantenerse en frío para su conservación y tiene una fecha de caducidad de unos 4 o 5 días desde su envasado.
  • Su sabor es bastante similar al de la leche cruda.
 Leche UHT
  • Las siglas UHT significan “Ultra High Temperature”, cuya traducción al español  vendría a ser “Temperatura Extremadamente Alta”. Este proceso consiste en calentar la leche a 150°C durante 5 segundos.
  • La leche UHT puede conservarse a temperatura ambiente hasta la apertura del envase y se puede conservar durante meses.
  • Las altas temperaturas a las que es sometida la leche UHT provocan la caramelización parcial los azúcares de la leche dando lugar a cambios en el color, el olor y el sabor de la leche. 
¿Cuál es mejor?

Desde el punto de vista nutricional no hay ninguna diferencia, según El Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC): 
“Durante el desarrollo de ambos procesos tienen lugar algunos pequeños cambios físicos y químicos en las grasas de la leche y se desnaturalizan algunas proteínas, aunque esta desnaturalización no afecta a los valores nutricionales de la leche. […]”
Ambos procesos producen también pérdidas de en torno al 20% de las vitaminas que contiene la leche.

En conclusión, las únicas diferencias entre la leche fresca y UHT están en el sabor y ¡en el precio!

Si queréis ahorrar un poco manteniendo el sabor, os recomiendo la leche fresca Auchan, que es la marca blanca de Alcampo.

jueves, 14 de julio de 2011

Margarina versus Mantequilla


Durante los años 80 nos bombardearon con anuncios sobre lo saludable que era el consumo de margarina y lo mala que era la mantequilla para nuestra salud y nivel de colesterol. Todavía recuerdo a esos niños de los anuncios corriendo felices a comer los bocatas que sus madres untaban con margarina en lugar de con ese veneno de grasa animal conocido como mantequilla.

Pues bien, parece ser que ni la mantequilla era tan mala como nos la pintaban, ni la margarina tan buena. Es más, parece que la margarina es peor para nuestra salud que la mantequilla y encima ¡tiene más calorías!

¿En qué se diferencian?

Margarina
  • Se elabora con aceites vegetales.
  • Al ser de consistencia líquida, es sometida a un proceso llamado hidrogenación para solidificarla y darle una consistencia parecida a la mantequilla. Y esto es lo malo, al hidrogenarla se originan ácidos trans, que son mucho más perjudiciales para la salud que las grasas saturadas que contiene la mantequilla. Los ácidos trans y las grasas saturadas aumentan el colesterol malo o LDL, que obstruye las arterias; pero, los ácidos trans, además reducen el colesterol bueno o HDL, que elimina estos depósitos nocivos.
  • Se le añaden colorantes para que sea amarilla y aditivos para otorgarle sabor.
  • Tiene 900 calorías por cada 100g.
Mantequilla
  • Es de origen animal y contiene un 80% de grasas saturadas, que son nocivas para las personas con problemas de colesterol.
  • Aporta vitaminas A, D y E.
  • Tiene 750 calorías por cada 100g.

¿Con cuál nos quedamos?

Ninguna de las dos es especialmente saludable, pero la mantequilla es un alimento natural, tiene menos calorías y, consumido con moderación, no parece excesivamente nocivo. En cualquier caso, siempre podemos sustituir ambas por aceite de oliva y olvidarnos del colesterol.

jueves, 2 de junio de 2011

¿Huevos frescos? ¿Qué huevos compro?

Las etiquetas de los huevos suelen llevar a engaño. La mayoría de ellas ponen en letras muy grandes "Huevos Frescos", y claro, los consumidores identificamos la palabra fresco con algo bueno, saludable, que viene del campo. Nada más lejos de la realidad.

Si quieres saber de dónde vienen los huevos que compras, lo importante es saber cómo están criadas las gallinas que los ponen. Este tipo de información viene en el empaquetado y también impresa en un codigo alfanumérico que se encuentra en la cáscara de cada huevo.

Forma de cría de las gallinas


Hay cuatro maneras de criar las gallinas ponedoras:

Huevos de Producción ecológica - Siguen la normativa de la producción ecológica y las gallinas deben tener acceso a corrales al aire libre y ser alimentadas con cereales de producción ecológica. Además, no se les pueden proporcionar medicamentos que no estén aprobados específicamente para la producción ecológica.

Huevos de gallinas camperas - Puede haber una densidad máxima de 9 gallinas por m2, y han de tener acceso al aire libre.

Huevos de gallinas criadas en suelo - Están sueltas dentro de las naves, pero no tienen acceso al exterior.

Huevos de gallinas criadas en jaulas - Viven en espacios muy reducidos, 9 gallinas por 0,5 m2, sin acceso al exterior.

Ésta es la información que encontrarás en el envase de los huevos, puesto que la normativa obliga a especificar en el empaquetado la forma de cría de las gallinas, aunque en el caso de las gallinas criadas en jaulas suele ser difícil de encontrar, puesto que la ponen muy pequeña y lo más escondida posible.

Código alfanúmerico en la cáscara del huevo


En las cáscaras de los huevos se encuentra el siguiente código, que puede ayudarte a identificar su procedencia. El primer dígito de ese código, que precede a las letras ES, es el que nos interesa:

0 - indica que el huevo es de producción ecológica
1 - indica que es un huevo de gallina campera
2 - indica que es un huevo de gallina criada en suelo
3 - indica que es un huevo de gallina criada en jaula

Mercurio en el pescado

La mayoría de pescados y mariscos contienen algo de mercurio proveniente de la contaminación química de origen industrial. El mercurio es liberado en el ambiente, y se posa en el agua y el suelo. Se acumula en ríos, lagos y océanos, donde se transforma en metil-mercurio, que es una forma orgánica de este metal que se encuentra en la naturaleza y que se introduce en los sistemas biológicos.

La acumulación de metil-mercurio en los animales depende de su alimentación, cuanto más arriba en la cadena alimentaria, mayor concentración de mercurio tendrán, debido a que se han ido alimentado de otros animales que a su vez ya están contaminados por haber ingerido otros a su vez. Por eso algunas especies, como el pez espada, la caballa, el tiburón, y algunos tipos de atún, presentan altas concentraciones de mercurio que pueden afectar a la salud de las personas, mientras que otras especies como los langostinos, el atún claro en lata, los calamares, y otros, contienen niveles muy bajos de este metal.

Los niños menores de seis años y las mujeres embarazadas, son los más vulnerables a los efectos nocivos del mercurio. El mercurio afecta al desarrollo del sistema nervioso del niño y del feto, por lo que se recomienda que tanto mujeres embarazadas, como niños pequeños, limiten el consumo de pescado susceptible de contener altos niveles de mercurio. Las mujeres que planean quedarse embarazadas deberían empezar a reducir su consumo de pescado con mercurio un año antes de quedar embarazadas.

Niveles de mercurio según tipo de pescado



1. Nivel bajo – Se puede consumir sin problemas

Abadejo, Abadejo (del Atlántico), Almeja, Anchoas, Arenque, Bagre, Caballa (Atlántico Norte, Chub), Calamar (chipirón), Camarón, Cangrejo (EEUU), Cangrejo de río, Gurrubata, Lenguado del Pacífico, Merluza, Mújol, Ostra, Percha de mar, Pescado Blanco, Pez Mantequilla, Platija, Rodaballo, Romero, Sábalo, Salmón (enlatado), Salmón (fresco), Sardina, Tilapia (mojarra), Vieira

2. Nivel moderado
– No se debe consumir más de 6 veces al mes

Atún claro enlatado, Bacalao (de Alaska), Bacalao Negro, Bonito, Carpa, Corvinetas, Halibut (Atlántico), Halibut (Pacífico), Jacksmelt, Langosta, Lubina (negro, rayado), Mahi Mahi, Pargo, Percha (de agua dulce), Rape, Raya, Trucha Marina

3. Nivel alto – No se debe consumir más de tres veces al mes

Atún (Albacora enlatada), Atún (Aleta Amarilla), Caballa (Golfo), Lubina (Chilena), Mero, Pez Azul

4. Nivel muy alto
– Debe evitarse su consumo:

Aguja, Atún (Ahí), Blanquillo, Caballa Gigante, Pargo Alazán, Pez Espada, Tiburón

domingo, 29 de mayo de 2011

¿Por qué comiendo a ciegas?

¿Qué es lo que comemos? ¿Sabemos realmente lo que contienen los alimentos que compramos? Llevo mucho tiempo haciéndome estas preguntas.

Nos dicen que debemos comer pescado 3 veces por semana, y sin embargo parece que la mayoría de los peces que comemos tienen mercurio o vienen de piscifactorías donde se alimentan de sus propios excrementos. Y ¿qué decir del pollo? Cuando vas al supermercado ves los pollos blanquecinos y con un aspecto muy poco saludable, sin embargo, los de corral son amarillos y parece que criados en mejores condiciones, por lo que acabas comprándolo, aunque cueste el doble, pero luego te enteras de que les ponen colorante para que tengan ese color, ¿es verdad? ¿realmente son de mejor calidad? ¿merece la pena gastarse más dinero?

Todas estas preguntas y muchas más, me las hago yo, cada vez que voy a la compra, y supongo que no soy la única. Cuando investigas un poco sobre lo que llega a nuestra mesa, te dan ganas de no volver a comer nunca más. He leído libros terroríficos sobre lo que hacen en EEUU con la comida, cómo crían los pollos, en condiciones totalmente insalubres, y las vacas, a las que alimentan de maíz y luego deben darles antibióticos para que no se mueran por este tipo de alimentación, y me pregunto, y en España ¿qué pasa? No creo que lleguemos a los niveles de EEUU, pero querría saber cómo funcionan aquí las cosas. Me propongo averiguarlo, investigando los procesos de producción y distribución. Mi objetivo es poder comprar alimentos con conocimiento de causa, para no seguir comiendo a ciegas.