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Creo que todos hemos oído alguna vez esa leyenda urbana de
un niño que comía demasiado pollo y le crecieron los pechos. Pues no tenemos que preocuparnos, porque, aunque
esta leyenda está basada en un caso real que se produjo en Europa en los años
50 cuando se probó a inyectar estrógenos a los pollos macho para que engordasen
más rápido y su carne fuese más tierna (las hembras sólo se utilizaban para la
puesta de huevos), hoy en día, el uso de cualquier tipo hormonas está totalmente
prohibido y, además, no sería económicamente eficiente para la industria avícola.
El hecho de que en la actualidad los pollos engorden más y
de forma más rápida es consecuencia de las mejoras genéticas, de alimentación y
sanitarias que la industria ha ido introduciendo. Así como antes las hembras se
utilizaban exclusivamente para la puesta de huevos y los machos para el
consumo, hoy en día se han creado híbridos mediante el cruce de dos razas puras
con el fin de obtener una mejor, con mayor posibilidad de crecimiento, pechuga
más grande, etc. Así nace lo que ahora conocemos como pollo de engorde, cuyo
crecimiento es más rápido, independientemente de que sea macho o hembra.